Es verano.
Estoy en la playa a primera hora.
Aún no han bajado las sombrillas, ni las neveras, ni los olores a bronceador de coco.
Ha sido una noche calurosa.
Me acerco al mar; me dejo hipnotizar por la línea del horizonte.
Sí, ya sé que no es una línea, aunque lo parezca; que son dos colores superpuestos.
La brisa fresca hace flamear la camiseta, que me queda un poco ancha.
No me muevo. Si acaso, me balanceo con el viento.
Cierro los ojos.
Me asombro de la constancia de esta brisa que en ningún momento flaquea. La tenacidad,
la perseverancia,
es esto.

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